Hace unos días estuve en un CRA "Colegio Rural Agrupado", participando como animador en unos talleres se sensibilización intercultural con niños y niñas de Infantil y primer ciclo de Primaria, en un pequeño pueblo entre la montaña y el mar. Fue una experiencia acojonante, sobre todo, el ver la ilusión no ya de los niños, que también, sino de los maestros y maestras rurales. Educadores que luchan a diario, con más empeño y dedicación que medios muchas veces, por proporcionar herramientas y conocimientos que ayuden a formar personas autónomas, críticas y maduras. Es difícil enseñar a aprender a aprender. Disfrutar aprendiendo, construyendo tu propio universo cognitivo, dejando atrás la educación bancaria de la que hablara el gran pedagogo Paulo Freire, la educación del calentar la silla y chitón. La educación que viene bien al poder establecido, gente sumisa y sin autoconciencia, hacedores de euros que no den problemas.
Soy un iluso, lo sé. Sigo creyendo en la educación a estas alturas, sigo creyendo en la máxima de Owen: "La educación es la fuente principal de todo bien y de todo mal, de toda miseria y de toda felicidad".
Bueno, ya sé que Owen tenía una tendencia a exagerar la bondad del ser humano y la educación, pero sigue siendo un bonito sueño...quiero pensar...